
Daniel Sánchez trabajó primero arcilla y después la madera.
El estudio de la obra de los arquitectos Santiago Calatrava y Zaha Hadib, y el descubrimiento de la escultura de Antoine Poncet marcaron una etapa fundamental en su enfoque artístico.
Empezó a buscar nuevos materiales para expresarse y decidió trabajar la piedra, sobre todo el mármol.
Visita regularmente las canteras de los Pirineos (Saint Beat, Cierp, Sarrancolin, Yzaourt, etc.) en busca de los raros bloques que ya contienen sus futuras obras, que esta decidido a extraer y revelar.
A partir de entonces, su obra figurativa del inicio evoluciona hacia creaciones más abstractas.
Buscando constantemente el equilibrio, la proporción y el volumen, jugando con las venas y los colores, establece un diálogo íntimo con la piedra, tratando de revelar tanto la delicadeza como la fuerza del material. Observa los movimientos y las formas de la naturaleza, que trata de retranscribir depurando las líneas para quedarse sólo con lo esencial. Las líneas armoniosas de las siluetas exteriores insinúan la estructura interior. De este modo, establece un paralelismo con la existencia y nos invita a reflexionar:
La forma externa, lo que vemos…
La estructura interior, lo que somos…
Con gran rigor, gran sensibilidad e infinita destreza, procede al delicado trabajo de lijado para aportar un toque único que exalta las sutilezas contenidas en el material.
Ya sean monumentales o de dimensiones más modestas, las obras de Daniel Sánchez se apoderan del espacio, captan la luz y desprenden una fuerte presencia cargada de gran intensidad emocional.